¿Por qué se amarillean los dientes?

¿Por qué se amarillean los dientes?

¿Por qué se amarillean los dientes?

Muchos de los pacientes que acuden a VerDental terminan haciéndonos la misma pregunta: ¿Por qué se me amarillean los dientes si me los limpio todos los días? Y es que una de las obsesiones que solemos tener es la de mantener una dentadura lo más blanco posible.

La respuesta a esta pregunta no es única. Son varios los factores que pueden producir esta degradación en el color. El primero, e inexorable, es el tiempo. El esmalte dental, la capa exterior de los dientes, generalmente es de un blanco traslúcido, pero con el paso de los tiempos sufre un desgaste que permite ver la parte interna, correspondiente a la dentina que, ¡oh horror!, tiene un tono amarillento.

Otro elemento agresivo para nuestra boca, y para nuestra salud en general, es el tabaco. A los dientes les perjudica especialmente la nicotina y el alquitrán, dos componentes que ayudan a teñir nuestros dientes con el temido amarillo.

Por supuesto, también existen una serie de alimentos que atentan contra la blancura de nuestros dientes. Entre ellos, destacan el té, el café y el vino tinto. El uso continuo de kétchup también resulta negativo. Por otro lado, los cítricos tampoco son muy aconsejables porque erosionan el esmalte del diente y lo vuelven poroso y, por tanto, más sensible al cambio de color. A ello tenemos que añadir algunos medicamentos, como las tetraciclinas que pueden provocar no sólo un tono amarillento, si no marrón o grisáceo.

La falta de higiene bucal es otro de los factores importantes que favorece el tono amarillo en la dentadura. Y muy especialmente si se acumula el sarro en la base de los dientes. Y ello, sin olvidar los pequeños traumatismos que pueden provocar facturas en el esmalte.

Todos ellos son factores que atentan contra la blancura deseada de nuestros dientes.

Los peligros del verano (para los dientes)

Los peligros del verano (para los dientes)

Los peligros del verano (para los dientes)

El mes de agosto suele ser sinónimo de vacaciones y, por tanto, de cambio en las rutinas diarias a las que estamos acostumbrados. Nos olvidamos de horarios y de obligaciones y damos paso a nuevas actividades que nos ayudan en ese más que merecido descanso.

No obstante, lo cierto es que el verano supone también un cierto peligro para nuestra salud bucodental. Y es que no sólo cambiamos los pantalones por el bañador, sino que muchas veces nos olvidamos del cepillo de dientes, cuando veríamos llevarlo en el bolsillo.

La consecuencia más habitual en la relajación de las medidas higiénicas que tienen que ver con nuestra boca es un pico en la aparición de caries y también de la hipersensibilidad dental, pero que no de deben solamente a que no nos lavemos los dientes.

La otra causa fundamental es que bebemos más refrescos, más líquidos isotónicos y consumimos más helados. Y por tanto, ingerimos más azúcar. Pero las malas noticias no acaban aquí. Otras bebidas, como la cerveza, favorecen la desmineralización de los dientes.

La forma de evitar estos males veraniegos es muy fácil. Cepillarse los dientes después de cada comida, limitar el consumo de bebidas y alimentos azucarados, cambiándolos por zumos naturales y frutas y verduras de temporada y mantenernos siempre hidratados, lo que evitará la sequedad de la boca y, por consiguiente, el mal aliento.

Pero el verano nos acecha con otro peligros: los traumatismos. Los golpes que accidentalmente podemos recibir en piscinas y otros lugares, mientras practicamos deportes o participamos en juegos pueden hacer que perdamos fragmentos dentales.

En tal caso, es importante acudir lo antes posible a la consulta de un odontólogo para que evalúe el posible daño, que no siempre es visible. Si hemos perdido algún fragmento de diente, es conveniente conservarlo en agua, leche o, incluso, en saliva, antes de acudir a la consulta.

Esperamos que, este punto de vista odontológico del verano, no te chafen las vacaciones. Se trata de darte pistas y recomendaciones para tener siempre unos dientes estupendos.