El sarro ¿Qué tengo que saber?
El sarro tiene muy mala fama. Y con razón. Además de tener un nombre feo, se trata de un problema no sólo estético sino de salud bucodental ya que puede convertirse en una vía de entrada para la aparición de caries y otras enfermedades que pueden aparecer en las encías.
El sarro es una especie de lámina de color marrón o amarillento que aparece por encima de la línea de las encías y que está formado por minerales. También puede aparecer por debajo de las encías, lo que produce una irritación de los tejidos gingivales.
Dependiendo de su ubicación, existen dos tipos de sarro diferentes. Por un lado tenemos el sarro supragingival, que es el que se acumula por la parte superior del diente y que es visible. Para poder eliminarlo convenientemente es necesaria una limpieza bucal que te puede realizar tu dentista.
Por otro, el sarro subgingival, que aparece por debajo del diente y que es más difícil de eliminar. Para lograrlo, hay que realizar un curetaje, un raspado y, finalmente, un alisado radicular.
Una de las principales causas de la aparición del sarro es la falta de higiene bucal. Pero no la única. El consumo de bebidas alcohólicas o carbonatadas y algunos medicamentos también pueden favorecer su desarrollo. Por otro lado, también existen alimentos que previenen o ralentizan su aparición: la manzana, los lácteos y las zanahorias, entre otros.
Es importante no confundir el sarro con la placa dental. Esta última siempre existe en la boca, aunque nos lavemos correctamente los dientes. Además, es pegajosa y transparente. Por su parte, el sarro es una placa dura que se adhiere a los dientes y que aparece porque no la hemos podido eliminar con el cepillado.
Por tanto, y a riesgo de resultar repetitivos, no podemos dejar de insistir en la importancia de cepillarse los dientes durante al menos dos minutos, después de cada comida. También es importante usar el hilo dental y alguna pasta dentífrica que prevenga el sarro.